16/1/11

Poesía y ciencia ficción



De la polémica Alphaville, que difícilmente incita a la indiferencia, me resulta especialmente interesante la mezcla de poesía y ciencia ficción. Cierto es que la película puede considerarse una amalgama de distopías, novela negra y romance salpicado todo ello de surrealismo y cohexionado gracias a la genialidad creativa de Godard.


Lucharé para que el fracaso sea posible.

La presencia y lectura del poemario La capital del dolor de Paul Éluard resulta deslumbrante. Las referencias a Borges, sublimes.


Vivimos en el vacío de la metamorfosis
Pero el eco que resuena a lo largo del día
Ese eco más allá del tiempo, angustia o caricia,
¿Estaremos cerca de nuestra consciencia o lejos de ella?.

Y esa consciencia inconsciente fluye desde la imagen y desde la palabra. Acaso un dios moribundo sustituido por el supraordenador Alpha 60... Reflejo de los sistemas futuros de Cathedral donde los dioses quedan atrapados en lo tecnológico.

Somos la felicidad, y nos dirigimos hacia ella.
Para nuestra desgracia el mundo es realidad.
Y yo... para mi desgracia...
Yo soy yo mismo, Alpha 60.
Muchos aspectos interesantes presenta Alphaville, pero la densidad simbólica del surrealismo excede a todos los demás. Sólo ahí se vuelve lógico lo ilógico, ofreciendo una esperanza al futuro de una sociedad inconsciente y sumisa, la cual ha sido despojada de una humanidad de la que sólo queda una efímera huella en la poesía.

De todos modos, viajo hasta el final de la noche.